Bragado: entre la fiesta, las nubes y las grietas
Hay algo especial en el aire de Bragado estos días. El sonido de los caballos que empiezan a llegar, las guitarras que se afinan, el murmullo de los preparativos. Todo anuncia una nueva edición de la Fiesta Nacional del Caballo, ese orgullo bragadense que año tras año nos recuerda de dónde venimos y qué somos.

Pero mientras la alegría se enciende, el cielo se oscurece. El pronóstico anuncia lluvia y las miradas se levantan buscando un claro entre las nubes. No es sólo por la fiesta —aunque todos deseamos que el desfile, las jineteadas y los espectáculos puedan vivirse a pleno—, sino porque el agua ya es preocupación en los campos y caminos rurales. Las imágenes de los bajos inundados y los canales crecidos traen recuerdos que nadie quiere revivir.
Entre el olor a pasto mojado y el sonido de las pezuñas sobre la tierra húmeda, Bragado vuelve a mostrar su mezcla de fortaleza y fragilidad. Una ciudad que celebra su identidad, aun cuando el tiempo y la política la ponen a prueba.
Porque también hay otra tormenta —una que no se ve en el radar—: la grieta política que no da tregua. Mientras unos celebran y otros critican, los discursos se cruzan y las diferencias se agrandan. En los pasillos del Concejo Deliberante, en las redes sociales y en las charlas de café, se siente esa tensión que divide incluso en los temas que deberían unirnos.

Y sin embargo, Bragado sigue.
Porque más allá del agua y las discusiones, hay una fuerza que empuja desde abajo, desde la gente común, desde los que trabajan, los que preparan un puesto, los que ensillan un caballo o los que simplemente esperan el desfile con una sonrisa.

Esa es la verdadera esencia de Bragado: una comunidad que, aún con los pies en el barro, no pierde la esperanza de ver el sol salir sobre la plaza, los campos y la fiesta que nos representa a todos.





Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.