Bragado atraviesa un momento complejo en su economía local. Basta con recorrer las calles céntricas y los barrios para observar un panorama que se repite en cada cuadra: negocios que cierran, carteles de “Se alquila” en las vidrieras y comerciantes que, aún con esfuerzo y sacrificio, no logran sostener sus puertas abiertas.

El fenómeno no es exclusivo de esta ciudad, pero golpea de lleno en una comunidad donde el comercio de cercanía ha sido históricamente el motor económico y social.

Costos que asfixian y ventas en caída

Los comerciantes coinciden en un diagnóstico: los números no cierran. Los alquileres de los locales comerciales se ubican en valores cada vez más difíciles de afrontar, mientras que las tarifas de luz, gas y agua se transforman en una carga que no da respiro. A esto se suma el costo de los insumos, mercadería y cargas sociales.

Del otro lado del mostrador, los vecinos enfrentan salarios que no alcanzan y una inflación que obliga a recortar gastos. El consumo se derrumba y las ventas caen mes a mes. “Podés cumplir con todo lo que te piden, pagar impuestos, estar en regla, pero si no entra gente al negocio es imposible sostenerlo”, confiesan algunos comerciantes, resignados ante la situación.

La competencia desleal y el avance de lo extranjero

Otro factor que se suma a la crisis es la competencia de las ventas online. Plataformas de internet ofrecen productos a precios más bajos, con la comodidad de la entrega a domicilio, y muchos consumidores optan por esa vía, dejando al comercio local que cumplen con las normas en clara desventaja.

A su vez, en los últimos años se multiplicaron los supermercados orientales y las tiendas de ropa de origen boliviano, que logran instalarse en Bragado con precios muy competitivos y sin, en muchos casos, generar empleo local. La percepción de gran parte de la sociedad es que esas inversiones “no dejan la plata en la ciudad”, profundizando la sensación de injusticia entre los comerciantes bragadenses.

“Mientras nosotros cerramos, ellos abren. Y parece que nadie puede o quiere hacer nada”, lamentan voces del sector comercial.

Locales vacíos, un síntoma visible

El paisaje urbano lo dice todo: locales vacíos, vacíos y vacíos. Vidrieras empapeladas, persianas bajas y una sensación de abandono que recorre el centro de Bragado. Cada cierre no solo implica la pérdida de una fuente de trabajo, sino también un golpe a la vida social y cultural de la ciudad, que se ve cada vez más apagada.

¿Qué se puede hacer?

Aunque algunos sostienen que “no hay herramientas para frenar la llegada de empresas extranjeras”, la gran pregunta que surge es por qué tampoco existen políticas claras para defender al comercio local.

En otras ciudades, los municipios impulsan programas de apoyo a pequeños comerciantes, generan incentivos para que los vecinos compren en su ciudad, regulan la instalación de grandes cadenas o fomentan centros comerciales a cielo abierto para revitalizar la actividad.

Un llamado de atención

El futuro del comercio bragadense está en juego. Si no se generan medidas urgentes que alivien la situación de los pequeños y medianos comerciantes, la tendencia a la baja difícilmente pueda revertirse.

Bragado necesita más que nunca un plan integral que combine apoyo financiero, reducción de cargas impositivas, incentivo al consumo local y una mirada estratégica para enfrentar los desafíos de la economía digital y la globalización.

De lo contrario, el riesgo es que el comercio local, ese que durante décadas dio identidad, empleo y vida a la ciudad, termine reducido a un recuerdo, dejando tras de sí un paisaje desolador de locales vacíos y calles apagadas.