Por Melina Cócaro

Nos pasamos la vida entera esperando el momento ideal, el minuto exacto para ser felices, y no nos damos cuenta que el tiempo, poco a poco, se nos va de las manos y esa eterna espera de la felicidad, nos ha sumido en una profunda apatía que no nos ha dejado disfrutar de nuestro camino, de la felicidad diaria que hemos tenido ante nuestros ojos.

 El momento es ahora y siempre ha sido ahora, pero cuanto más lo pospones menos momentos quedan por SABOREAR. No te los pierdas, no volverán. Y en cambio, ahora mismo, ESTE MOMENTO te está esperando con los brazos abiertos.

Sacrificar nuestro presente por pensar en el futuro nos impide disfrutar del “ahora”. Este “ahora” que constituye todo lo que tu vida significa, donde se encierra todo lo positivo, toda nuestra felicidad.

Solo tenemos el presente. Todo lo que podemos hacer y, por lo tanto, disfrutar está aquí, en el ahora. No lo dejes escapar añorando lo pasado o proyectando en el futuro. La vida no espera. Solo se vive de verdad cuando la hacemos nuestra, cuando nos descubrimos, confiamos, apostamos, nos equivocamos y volvemos a empezar.

Con vivir el presente me refiero a entregarnos a nuestros planes como un desafío que nos permita que cada cosa nos sorprenda; vivir cada instante y cada experiencia sin anticipación, sin condicionantes, sin miedos. Hablo de proyectarnos en el futuro , pero sin llegar a habitar en él. Hablo de estar en paz con el pasado para dejar de recurrir a él buscando excusas y justificaciones.

Alguien podría creer que esta diferencia es sutil, pero no lo es. Y las consecuencias de mezclar esos dos fantasmas con la realidad del presente pueden ser a veces graciosas, pero otras, dramáticas.