• Pese a los rumores y falsas informaciones, el intendente Sergio Barenghi aún no decidió sobre el reemplazante de José Luis Quarleri

La ligereza con la que algunos medios deslizan nombres para reemplazar a funcionarios de gobierno sin confirmación oficial demuestra una alarmante falta de rigor y ética.

El periodismo, en su esencia, tiene el deber de informar con veracidad y de servir como un contrapeso para fiscalizar el poder. Sin embargo, cada vez más a menudo, somos testigos de cómo una parte de la prensa se aparta de este mandato fundamental para dedicarse a la especulación y al rumor sin fundamento.

La reciente ola de nombres que circulan en ciertos medios para suceder al ex Secretario de Gobierno, José Luis Quarleri, es un claro ejemplo de esta peligrosa dinámica o el hecho de haber dado por asentada la renuncia de Marina Romiglia, directora de APS, cuando en realidad, la profesional médica sigue en sus funciones.

 Pilar Vives, Germán Marini, Jorgelina Moreno, Juanma Barenghi, fueron algunos de nombres que se fueron mencionando, sin que el intendente Sergio Barenghi, se haya expresado sobre el tema, hasta el momento.

 Es como que los medios de prensa, (algunos) saben más que el propio jefe comunal.

Nuestro portal, siempre trata de llegar a la fuente, como lo hizo en este momento, consultando al propio Jefe Comunal.

Se presentan como “posibles” candidatos, se analizan sus perfiles y se discuten las implicaciones de su supuesto nombramiento, todo ello sin que el intendente haya tomado una decisión, ni siquiera manifestado la intención de hacerlo. Esta práctica no sólo desinforma, sino que también genera un clima de incertidumbre y de inestabilidad política innecesario.

La delgada línea entre la primicia y la irresponsabilidad

La búsqueda de la primicia se ha convertido para algunos medios en una obsesión que justifica la publicación de rumores no verificados. En su afán por ganar una nota, se sacrifica la rigurosidad, la principal herramienta del periodismo serio. A menudo, estas «primicias» se escudan en fuentes anónimas y no contrastadas, lo que las convierte en meras suposiciones.

En este contexto, la ética periodística, que establece la necesidad de contrastar la información con fuentes fiables y de ser responsables con lo que se publica, parece quedar en un segundo plano. El lector o el oyente, que confía en el medio para recibir información veraz, acaba siendo víctima de un juego de adivinanzas y de «radio pasillo» amplificado.

El daño colateral de la especulación

La especulación sobre reemplazos de funcionarios tiene un efecto corrosivo en la opinión pública y en el propio aparato de gobierno. Por un lado, puede generar una percepción de caos o de crisis donde no la hay, y desestabilizar la imagen de la gestión. Por otro, puede perjudicar a los nombres que se lanzan a la arena mediática sin su consentimiento, exponiéndolos a una presión injusta y a la valoración pública antes de que se concrete cualquier movimiento.

El intendente, y cualquier funcionario que maneje información sensible, necesita un margen de discreción para tomar decisiones cruciales. Cuando los medios invaden ese espacio con rumores infundados, no solo faltan el respeto al proceso institucional, sino que también demuestran que, para ellos, el show mediático es más importante que la información contrastada.

Un llamado a la autocrítica

Es hora de que algunos medios de prensa hagan un ejercicio de autocrítica y vuelvan a las bases del periodismo ético. La inmediatez no puede ser la excusa para la falta de rigor. El periodismo no debe alimentar el rumor, sino combatirlo con información de calidad. Solo así se recuperará la credibilidad perdida y se demostrará que la seriedad periodística es una prioridad, y no una simple excepción.