La Juventud en la actualidad
Por : Mercedes Eugenia Cardinali
Secretaria de Juventud, Prensa y Propaganda de “Bragado con Fe
Desde que tengo uso de razón escucho la típica frase “la juventud está perdida”. Pasan las generaciones y lo seguimos escuchando, por lo que podemos deducir que los adultos que cuestionan a la juventud contemporánea, son los jóvenes del pasado que también fueron señalados con el dedo.

Así, con impunidad, sin autocrítica. Sin plantearse a sí mismos la cuota de responsabilidad que tienen con respecto a las falencias existentes en la niñez, adolescencia y en los jóvenes de hasta 30-35 años (aunque a causa de la inmadurez generalizada consideran que la juventud se extiende hasta los 40 años).
Nunca se preguntan “¿Qué habremos hecho mal?” cuando cuestionan una supuesta falta de cultura de trabajo, o ignorancia académica, o falta de valores, o ausencia de compromiso y responsabilidad. Claramente todas éstas problemáticas tienen un motivo que las genera.
La juventud en la actualidad, está viviendo un momento sumamente crítico que empeora con el paso de los años: poseen un preocupante vacío existencial, producto de que la sociedad espera todo de ellos, pero no le da nada.
Cada niño que viene a este mundo cuando nace, lo hace con una misión determinada que debe desarrollar en el transcurso de su vida, misión que está relacionada con la vocación de cada individuo.
Es por eso que es menester que desde pequeño, primero en la Familia y luego en el resto de las instituciones, cada ser humano tenga al menos un guía, un educador que le enseñe con amor la importancia de su existencia, de vivir responsablemente, respondiendo con madurez a las consecuencias de sus decisiones, y de descubrir sus talentos y aptitudes.
Pero como ya se ha mencionado anteriormente, la educación debe impartirse desde el amor, ya que dar conocimiento subestimando al receptor no es realmente educar, sino fomentar la inmadurez, la depresión, la inutilidad, la desesperanza y la sensación de soledad de quien pretende aprender.
Si desde la autocrítica se comprendiera ésta situación y se le brindara a la juventud confianza y espacios reales en el mercado laboral, en el plano académico y cultural, y en el mismísimo poder político valorando la inteligencia y el esfuerzo, seguramente la historia sería diferente. Pero claro, es más cómodo ocupar el pedestal de una sabiduría inexistente, de una erudición que no es tal, y prejuzgar con malicia a cada joven que se presenta.
Y si este último, además de joven es mujer, también existe la posibilidad de que la juzguen de manera superflua también por su físico, como si poseer una admirable sapiencia o ser buena persona dependiera de nuestro envoltorio.
Pero también es cierto que la juventud en la actualidad, se siente un tanto cómoda en su posición de víctima. Es fácil afirmar “yo soy así porque el sistema me obligó” y no actuar para revertir la situación. Es fácil desempeñar el papel de débil y desafortunado, denunciando y repudiando en redes sociales o ante “papá Estado”, a personas o instituciones ante cualquier conducta que vaya en contra de nuestros deseos o sentires ¿Dónde quedó el espíritu revolucionario? ¿Acaso hemos perdido nuestro amor propio?
¿Somos una generación bastardeada, postergada y ninguneada? Probablemente. Pero en mayor o menor medida todos son/somos víctimas del sistema, incluso aquellos que accionan con maldad. ¿Y por eso tenemos que victimizarnos? Por supuesto que no. Las vicisitudes de la vida, las experiencias y los aprendizajes no deben ser tomados como excusa para encarnar la mediocridad, sino que deben fortalecer nuestro carácter para regenerarse y renacer como el ave fénix, con la dignidad y la libertad que nadie puede robarnos.
Con inquietudes, con disciplina, con los valores tradicionales como estandarte, con convicciones inquebrantables, con el compromiso de formarnos en la comprensión del Todo.
No debemos someternos nunca al rey de la mentira, jamás debemos conformarnos con aquello que no nos llena el alma y no nos genera pasión en el hacer.
Somos seres racionales. Aunque nos subestimen, nos maltraten, nos consideren inservibles y fáciles de dominar, no dejamos de ser dueños de nuestras elecciones y decisiones. Dueños y también responsables de ellas. Los derechos siempre están ligados a obligaciones, y viceversa.
Existen diversas vocaciones, todas importantes, pero ninguna tan especial como la militancia política, siempre considerando a la Política como lo que es en el sentido del servicio al pueblo, y no con el concepto tergiversado que se utiliza frecuentemente en la actualidad.
La política no es corrupción, es servicio. La Política no es el ascenso a cargos jerárquicos de ignorantes y apellidos encumbrados, sino que es constante aprendizaje, formación, estudio, en una permanente búsqueda de la inmutable Verdad, comprendiendo a la filosofía, es decir abrazando el amor a la sabiduría.
La política no es inutilidad, es acción social, es trabajo. Trabajo que es desarrollado por todo verdadero militante que se preocupa con solidaridad genuina por las necesidades y los problemas que aquejan a sus pares, y que intenta transmitir lo poco o mucho que sabe, conoce y aprendió a las generaciones siguientes para contribuir en la construcción de un mañana mejor.
La militancia es poderosa. Y los jóvenes podemos ser parte de eso. Nunca dejemos que nos denominen “la generación de cristal”.
Nuestra naturaleza no es frágil ni débil ni cobarde, la juventud en la actualidad, somos fuego, somos fuertes, somos revolucionarios, somos valientes, somos capaces, capaces de todo. Que nadie nunca nos convenza de lo contrario, por nuestro bien y por el bien de nuestra Patria que nos necesita más aguerridos que nunca.
- La Juventud en la actualidad, un análisis de una joven militante política de Bragado con Fe








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