Las emociones y las enfermedades crónicas.
Las emociones y las enfermedades crónicas.
Por: Melina Cócaro
Si nos enfermamos, podemos sentirnos vulnerables a la enfermedad e incapaces de controlar ciertas situaciones o aspectos alterados de nuestra vida debido a ella. Cuando sufrimos una enfermedad pasajera, nos incapacitamos temporalmente, pero el saber que se resuelve en cierto tiempo nos da tranquilidad, paciencia y nuestra autoestima no se afecta. Pero cuando se trata de una enfermedad larga o crónica, nuestra actitud, emociones y autoestima se ven afectadas.
En la medicina se llama enfermedad crónica a aquellas enfermedades de larga duración y por lo general de progresión lenta. Toda enfermedad que tenga una duración mayor de seis meses puede considerarse como crónica. Hay muchos tipos de enfermedades crónicas entre ellas tenemos: la artritis, la diabetes, el sida, el lupus, el asma, la hemofilia, la leucemia, la anemia falciforme, dolores crónicos por trauma, tensión alta, etc.
Sobrellevar los desafíos mentales y emocionales de una enfermedad crónica requiere hacerse un planteamiento realista pero también positivo. Adaptarse a su condición o sentirse bien respecto al futuro puede parecer imposible al principio, pero puede lograrse. En un reciente estudio con pacientes con problemas renales sometidos semanalmente a múltiples tratamientos de diálisis, se descubrió que su estado de ánimo percibido y su satisfacción con respecto a la vida no era diferente del de un grupo control de personas sanas.
Un psicólogo cualificado puede ayudarlo a desarrollar la fortaleza emocional necesaria para aguantar las dificultades de las enfermedades crónicas. Al trabajar con su médico y otros especialistas, el psicólogo puede ayudarlo a desarrollar estrategias adecuadas para confrontar la enfermedad, que no sólo fortalecerán su programa de tratamiento sino que además contribuirán a su realización en la vida pese a cualquier limitación física.
Es innegable, tanto desde la antigua intuición de los fundadores de la medicina, como desde las innumerables estadísticas de los últimos años, la influencia que tienen las emociones en la salud humana.
Las emociones positivas previenen enfermedades, o una vez que éstas se han manifestado, contribuyen a su curación, y las emociones negativas ayudan a contraer enfermedades.
Los datos clínicos a nivel mundial confirman los beneficios médicos de los sentimientos positivos y el poder curativo del apoyo emocional proporcionado por las personas que rodean a un paciente, desde los familiares más íntimos hasta los profesionales que trabajan en el área de la salud y tienen contacto con él.
El descuido por la realidad emocional de la enfermedad deja de lado un conjunto creciente de pruebas que demuestran que los estados emocionales de las personas pueden jugar a veces un papel significativo en su vulnerabilidad ante la enfermedad y en el curso de su recuperación, pero los cuidados médicos modernos amenudo carecen de inteligencia emocional.








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