Por: Manuel Valentín Coria

Profesor de Filosofía y Ciencias de la Educación

Tamaño título puede causar un cierto escozor que rememora el hostigamiento de un servicio secreto destinado a vigilar lo que se aprende o se dice en las escuelas. Aunque en esta historia no existe nada de tan secreto y la preocupación sólo pasa por tapar el sol con un dedo.

Dicen por ahí que alguien perpetuó esta frase como elemental para la vida “no esperes resultados diferentes si siempre haces lo mismo”.En la provincia de Buenos Aires esta frase pierde toda relevancia e interés,  sobre todo en el sistema educativo. Aquí las cosas se repiten como un eterno retorno y año a año se logran los mismos resultados o cada vez peores. Siendo cada vez es más grave la condición académica de los estudiantes en todos sus niveles, sobre todo en el secundario. Son las pruebas Aprender de 2024, las que arrojaron los siguientes datos desastrosos: solo el 58% de los alumnos del nivel secundario lograron el mínimo esperado en lengua y apenas el 14,2% de los estudiantes lograron alcanzar el nivel satisfactorio en matemática y prácticamente desapareció el segmento con desempeño avanzado.

Pero antes de continuar hay que vislumbrar lo imprescindible para comprender todo el cuadro dantesco. Con el fin implícito de que nada se pueda comparar con nada, en la  realización de los relevamiento sobre el estado de la educación se cambian las materias que se toman, cambian los años escolares evaluados, cambia la frecuencia de la prueba, cambia la forma de comunicar los resultados, en consecuencia, la evaluación en Argentina es de permanente cambio, desde su origenen 1993 hasta la fecha. Al mejor estilo heraclíteo la conclusión de la estrategia se somete a la propia verdad que arroja.

Evidencia un negacionismo por parte de todos los gobiernos para reconocer que se invierte cada vez menos en educación.

Dejando el  triste dato que nos da la historia y volviendo a los últimos diez años, la Provincia de Buenos Aires elije el método de no innovar para lo que le conviene. Aunque de la boca para afuera se dicen, a veces preocupados y otras orgullosos, según convenga a las circunstancia, las mejoras educativas están sostenidas por parches perdurables,se sostienen bajo el siguiente eslogan en las resoluciones de la DGCyE:“Intensificación de la Enseñanza en Escuelas Secundarias del Nivel y las modalidades de Gestión Estatal…” Desde este cliché en el lenguaje administrativo del sistema,se disfraza la desinversión y la precarización laboral docente con los siguientes nombres: FORTE, AULA DE ACELERACIÓN, entre tantos otros nombres geniales y así sostienen con moco a estudiantes en aulas de tres o cuatro personas y la misma cantidad de docentes…. ¿Solución? NINGUNA.Los docentes no saben qué enseñar y los estudiantes no quieren aprender.

Ante esta compleja situación y viendo los resultados cada vez más desoladores, recrean en 2025  la figura de COORDINADORAS/ES INSTITUCIONALES DE TRAYECTORIAS EDUCATIVAS, una especie de vigilante data entrique recaba información molestando a profesores y preceptores, que no resuelve nada, que se puede meter en todo, en definitiva,  se sumerge en el mundo de llenar planillas que, como sabemos, no tienen ningún significado a la hora de diseñar políticas educativas superadoras. Su rol provoca más hostigamiento de parte de la jerarquía educativa contra docentes y los equipos directivos a punto tal que muchas veces ni saben qué espacio físico asignarle dentro de las escuelas. Genera mal estar entre colegas, los enfrenta innecesariamente.

Este modelo desesperado por obtener nuevos resultados haciendo siempre lo mismo desde hace más de una década, soslaya el fracaso y la desinversión en educación. Al mismo tiempo el salario docente sigue estando prácticamente bajo la línea de pobreza, mientras quienes legislan cobran nueve millones de pesos. ¡Ah!…pero el periodismo independiente.